03 Dic 2018

BY: Lucia.Moreno

Peritaje Laboral

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El empleo es, en general, uno de los núcleos fundamentales en la constitución del individuo, tanto personal como social. El trabajo sitúa a las personas en un grupo de pertenencia desde el que define parte de su personalidad, afinidades, gustos y preferencias. Además, proporciona una seguridad económica, aunque según los estudios necesitamos trabajar por algo más que por dinero, y es porque también es un camino para la realización personal, la satisfacción con uno mismo y la felicidad.

Vamos a imaginarnos una situación: estás en tu entorno laboral, tienes un despacho amplio, compañeros con los que mantienes una buena relación, y un jefe con el que igualmente tienes un trato cordial. Cada vez vas notando como te van demandando más y más tareas (sin que estés en un pico de trabajo de la empresa), incluso, en algunas ocasiones te parecen tareas inútiles o que están por debajo de tu cualificación. Piensas que es algo pasajero y las terminas realizando. Llega un día en que sin ninguna causa aparente, te separan de tu grupo de trabajo, te quitan tu despacho y te ponen una mesa en un pasillo, ¡a partir de ahora ese será tu lugar habitual!. Siguen pasando los días, notas como compañeros, con lo que ya hemos dicho te llevabas aparentemente bien, no te dirigen la palabra, además, notas que hablan de ti. Igualmente, empiezan a llegar rumores completamente falsos sobre tu vida privada. ¿Qué está pasando? Todos coincidiremos en que este entorno no es el más idóneo para la “realización personal, la satisfacción con uno mismo y la felicidad” tal y como mencionábamos anteriormente.

Aunque de modo muy simplificado (sin atender a criterios por ejemplo de duración) esta situación entraría dentro de lo que se conceptualiza como mobbing, acoso moral o acoso psicológico en el trabajo.

El término “mobbing” se ha utilizado para describir una situación en la que una persona o un grupo de personas ejercen una violencia psicológica extrema en el lugar de trabajo de forma persistente, con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima, su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que esta persona acabe abandonando el lugar de trabajo.

Según los datos examinados, el 11% de los profesionales españoles reconoce haber sufrido algún tipo de conducta violenta en el trabajo. Se trata de acciones que se dan con frecuencia en todos los países y ocupaciones, pues cualquiera puede ser víctima del mobbing.  Tiene consecuencias importantes sobre la salud de los trabajadores, llegando a convertirse en uno de los principales motivos para sufrir depresión, ansiedad, estrés, conductas de riesgo, nerviosismo, dolores de cabeza o problemas para conciliar el sueño. Aunque no solo tiene consecuencias para el trabajador afectado, pues también influye en el núcleo familiar y social de la víctima, tiene efectos en la organización laboral pues se trata de una situación que afecta al desarrollo del trabajo pudiendo provocar una disminución de la cantidad y calidad del trabajo; así como a la comunidad en general, con altos costes en la asistencia a enfermedades o de las pensiones de invalidez.

En España, además la situación es más determinante, pues el 56% de las empresas no dispone de un procedimiento formal para afrontar la violencia en el trabajo. Paradójicamente, son los sectores más afectados por este tipo de acciones (Sanidad, Educación y Servicios Sociales), los que registran mayor número de planes para afrontar el acoso laboral.

Las conductas de hostigamiento más comunes suelen ser la difusión de rumores, seguidas de provocar un aislamiento hacia el trabajador, agresiones verbales e incluso físicas, ataques a la vida privada, etc.

Contrariamente a otras contingencias similares como el bullying, no es necesaria la existencia de un desequilibrio de poder o de estatus entre el acosado y el acosador. Es por ello, por lo que existen diferentes tipos de acoso psicológico en el ámbito laboral, como puede ser el que realizan los trabajadores que se encuentran en una posición superior (acoso descendente), entre compañeros que están en una posición similar a la del trabajador acosado (acoso horizontal), e incluso una mezcla de ambos (acoso mixto). De forma menos frecuente, se da el acoso ascendente donde son los que se encuentran en un rango jerárquico superior los que son víctimas del acoso psicológico laboral.

Confirmar si es o no acoso laboral es una cuestión que sólo le corresponde al juez y no al perito psicólogo. La labor del psicólogo forense sería describir la existencia o no de dicho fenómeno, atendiendo a variables de intensidad, gravedad y duración; y en poder establecer un nexo entre las conductas de acoso que describe el trabajador y la posible psicopatología desarrollada a raíz de las mismas.

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