BY: Lucia.Moreno
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“Estaba esperando junto a mis amigos para entrar a clase. Una pestaña apareció en el pómulo de mi mejor amiga, ella la sujetó y dijo: ‘Si la soplo y pido un deseo se cumplirá’. Y como solemos decir, ‘culo veo, culo quiero’, me estiré de una pestaña e hice lo mismo. Desde entonces comencé a tirar de mis pestañas durante casi todos los días. Cada vez fue yendo a más, lo mantuve oculto, me avergonzaba, me daba pánico que alguien se pudiera enterar que hacía esto”
A algunos de vosotros os puede parecer algo extraño, e incluso pensar que lleva a alguien a no poder parar de arrancarse pelo de su cuerpo. Pues bien, este extraño trastorno se conoce como “tricotilomanía”, y como ya os podéis hacer una idea, se caracteriza por la necesidad irresistible de tirarse del pelo, normalmente del cuero cabelludo, las cejas y las pestañas.
Aunque no se trata de un trastorno muy frecuente en nuestra sociedad, se han visto casos en niños desde los tres años, aunque el rango de edad en el que habitualmente comienza el trastorno es aproximadamente en la etapa de los 13 años.
En ocasiones, la persona presenta una sensación de tensión antes de arrancarse el cabello, o también puede sufrir ansiedad si se resiste a realizar el acto de tirar. Durante la realización de la conducta, y posteriormente a la misma, se genera un sentimiento agradable, de placer, alivio y liberación de la tensión, lo que lleva a repetir este acto en otras ocasiones.
A pesar de que las personas que la sufren son conscientes del daño que pueden hacerse al actuar de este modo, son incapaces de parar o controlar este impulso. Además, es habitual que en momentos de estrés lo utilicen como manera de calmarse, por lo que se produce un círculo vicioso que puede causar daños mayores, tanto a nivel físico como psicológico.
Es muy común que durante las primeras fases se intente ocultar, para evitar las criticas externas. Sin embargo, cuando el problema ya está instaurado suele haber un aislamiento de su entorno social.
Las consecuencias son enormes a nivel emocional, pudiendo llegar a producir un sentimiento de tristeza, de culpa y una baja autoestima. Esto a su vez, hace que aumente la ansiedad y el estrés por la falta de amigos y entorno social, lo cual alimenta las ganas de arrancarse el pelo, generando un círculo vicioso del cual es muy difícil salir sin ayuda de un profesional.
En el caso de los adolescentes, las consecuencias a nivel social y emocional se intensifican, pues el desarrollo de la autoestima está en pleno auge, así como la imagen corporal, la confianza en uno mismo y las relaciones íntimas.
Otra consecuencia muy común es que en lugar de aislarse de su entorno, sus relaciones sociales se vuelven problemáticas ya que no quieren que otros lo noten y comienzan a justificar su acción.
Resulta importante para nuestro equipo concienciar sobre este trastorno, demandar el respeto y ayuda terapéutica que merecen las personas que lo sufren. De este modo, si te has sentido reflejado leyendo este post o conoces de alguien que pueda sentirlo, contacta con nosotros, ¡nuestros grandes profesionales te asesorarán sobre el mejor tratamiento!.