31 Mar 2019

BY: Lucia.Moreno

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“Hace unos años, su vida cambió por completo. Un móvil y un click para descargarse una aplicación bastaron. En ésta, podía ver al momento los resultados de los partidos de fútbol y apostar de forma instantánea, fue el gran error de su vida”.

En los últimos años, una moda se ha hecho especialmente fuerte entre los jóvenes españoles. Se trata de las apuestas deportivas, que capta a más de 217.000 ciudadanos de entre 18 y 25 años cada día. Los jóvenes son carne de cañón para este tipo de publicidad subliminal y tienen un arma muy peligrosa en su teléfono. Del mismo modo, las casas de apuestas se están disparando, y con ellas la adicción a esta modalidad de juego, generando un grave problema de salud pública.

A través de sus móviles, ordenadores, tablets o en los locales de apuestas, miles de jóvenes se juegan su dinero. Muchos pueden considerar que apostar no es un vicio, sino una diversión y que si hoy mismo quisieran, podrían dejar de jugar, sin embargo ¿esto es cierto? ¿dónde está el límite entre lo que ellos consideran diversión y la adicción?

La excitación previa a la posibilidad de ganar es muy adictiva y activa la dopamina, el centro del placer del cerebro. Las personas enganchadas a las apuestas ven en un partido, lo que un alcohólico en una botella.

¿Por qué atraen tanto este tipo de apuestas? Pues bien, ahora uno se puede jugar el dinero tumbado en la cama, teniendo la posibilidad de acceder de manera constante al juego en Internet. Del mismo modo, el estar ligadas a espectáculos deportivos, su fácil acceso, que deportistas conocidos en los que los jóvenes les gustaría reflejarse lo anuncien, la posibilidad de jugar de forma anónima, ganar dinero rápido y hacer apuestas con pocos euros, también son motivos que deben ser tenidos en cuenta.

Además, no nos podemos olvidar del público al que va dirigido este tipo de locales / apuestas, que oscilaría entre menores https://naturheilpraxis-hauri.ch/ de edad hasta los 25 años. Algo importante a tener en cuenta en este periodo evolutivo es la búsqueda de sensaciones novedosas, estimulantes, la necesidad de un refuerzo inmediato, etc. Y esto último es esencial en el caso de las apuestas, pues cuanto menos tiempo transcurre entre la apuesta y el supuesto premio, mayor es su poder adictivo, así que ¿por qué esperar a saber el resultado al final del partido cuando se puede apostar a quién meterá el primer gol?

Después, la accesibilidad, se dice que “la oferta dispara la incidencia de la enfermedad”. En ese aspecto en una ciudad como Madrid, los locales con licencia de juegos de azar no han parado de aumentar en los últimos cuatro años.

De este modo, se están convirtiendo en el nuevo lugar de ocio de los jóvenes madrileños. Además, como juegan todos los amigos, es difícil que entre ellos detecten que tienen un “problema». Hace unos meses, Proyecto Hombre alertó de un nuevo perfil de adicto: el de joven enganchado a las apuestas deportivas, que ha crecido en un 20% en el último año.

Todo esto puede resultar impactante, pero es la realidad de nuestros días a la que debemos hacer frente. La sociedad en general y psicólogos y personal sanitario en particular, deben estar alerta para detectar posibles casos de juego patológico, además de tratar de prevenirlos y/o generar una conducta de juego responsable.

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