BY: Lucia.Moreno
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Un componente normal del desarrollo adolescente es realizar actividades que implican cierto nivel de riesgo. El deseo de probar cosas nuevas y ser más independiente es sano, pero también puede aumentar la tendencia de los adolescentes a probar las drogas.
Las partes del cerebro que controlan el juicio y la toma de decisiones no terminan de desarrollarse hasta pasados los 20-25 años, lo cual limita la capacidad de un adolescente para evaluar correctamente los riesgos de probar las drogas y lo hace más vulnerable a la presión de otros compañeros. Igualmente, como el cerebro todavía está en desarrollo, es más probable que el consumo de drogas a esta edad perturbe la función cerebral en zonas que son críticas para la motivación, la memoria, el aprendizaje, el juicio y el control del comportamiento.
Las investigaciones han mostrado que los períodos de mayor riesgo para el abuso de drogas son durante las transiciones en la vida de los menores, es decir, el paso del colegio al instituto, a la universidad, e incluso al dejar el hogar familiar.
Gran parte de los pre-adolescentes, a los 12 o 13 años, ya están consumiendo, e incluso abusando de las sustancias. De este modo, pueden considerarse las sustancias como una herramienta que utiliza el adolescente para “encajar” con un grupo de iguales, o para mejorar su nivel de socialización al permitir cierta desinhibición, o en muchos casos como recurso para adaptarse a situaciones nuevas, o dolorosas (rupturas de pareja, separación de padres, adaptación a nuevo instituto…). Además, cuando entran al instituto, pueden encontrarse allí con una mayor disponibilidad de drogas, el consumo por parte de adolescentes mayores que ellos y actividades sociales en las que se consumen drogas.
Por lo tanto, nuestros adolescentes deben aprender a tomar decisiones en relación a las drogas y a su alta disponibilidad en nuestra sociedad, eligiendo entre la abstinencia o el consumo de las mismas con sus consecuencias, en una etapa vital tan crítica.
Las intervenciones preventivas pueden proporcionar las habilidades y el apoyo para mejorar los niveles de los factores de protección de los jóvenes en alto riesgo y prevenir que progresen al abuso de drogas. Esta prevención contra el abuso de drogas empieza cuando los padres aprenden cómo hablar con sus hijos sobre temas difíciles.
El papel de la familia es clave en la prevención del consumo de drogas a través de la transmisión de valores, actitudes y comportamientos en el desarrollo de los hijos e hijas. Se debe fomentar desde la infancia hábitos de salud, responsabilidad y el desarrollo de una personalidad fuerte y crítica que no dependa de ninguna adicción, para desarrollarse plenamente. Por todo ello, los padres son la influencia más fuerte que tienen los niños. En el caso de los adolescentes, resulta más complicado, pues como bien se sabe, es un periodo de rebeldía especialmente ante los padres. Aunque tratar este tema no implica garantías de que su hijo no consumirá drogas, existe menor probabilidad de que pase.
Pero, como padres puede no resultar fácil tratar un tema de este tipo y más con un menor en plena adolescencia. ¿Qué os traemos desde Aigolocis para facilitar esta tarea? Pues bien, os vamos a enseñar dos recursos que podéis usar con menores de diferentes edades.
El primero de ellos es “En el bolsillo de tu pantalón”, un relato dirigido a niños y niñas que se encuentran en la etapa de la pre-adolescencia, creado por CEAPA (Confederación Española De Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos). Su objetivo es ofrecer recursos educativos a los menores para enseñarles competencias que les hagan menos vulnerables al consumo, facilitando la labor preventiva a través del ocio y los hábitos saludables (Haga click en el título del cuento para descargarlo)
En segundo lugar, para adolescentes y jóvenes, la Fundación Salud y Comunidad, ha lanzado una nueva aplicación gratuita para móviles Android denominada Run4Fun-EPF, cuyo objetivo es concienciar sobre los riesgos asociados al uso, abuso y mezcla de sustancias psicoactivas.
La aplicación, consiste en un entretenido juego en el que un personaje que recorre diferentes estancias (una universidad, la ciudad, una discoteca…) tiene la posibilidad de ingerir sustancias psicoactivas (alcohol, cannabis, cocaína, éxtasis…), así como elementos oponentes, es decir, alimentos o acciones que contrarrestan los riesgos de su consumo: comida, hidratación y descanso.
Las sustancias psicoactivas se incorporan como “poderes especiales”, de tal manera que cada vez que el personaje las “consume” aparece un mensaje de alerta sobre la sustancia que se acaba de consumir y los cambios que se producen en los parámetros corporales (presión arterial, temperatura corporal y ritmo cardíaco), así como las consecuencias en el rendimiento académico y en la actividad personal.