BY: Lucia.Moreno
Peritaje Penal
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Seguramente esté fresco en la retina de todos, la imagen que está abriendo todos los telediarios sobre los incendios que están afectando a Asturias, Cantabria y otros puntos del norte de nuestro país. Además, en otras ocasiones, la cantidad de hectáreas calcinadas hacen enmudecer a toda España. Pero ¿quién provoca este desastre? En ocasiones puede ser causado por un descuido, pero tal cantidad de bosque, y además de forma simultánea en el tiempo, lleva a pensar claramente en un pirómano.
Con frecuencia el uso del término piromanía, suele ser erróneo por parte de los ciudadanos, por los medios de comunicación e incluso, por los propios organismos e instituciones públicas. Con este articulo no se pretende sino dar respuesta al verdadero significado de la piromanía como patología.
Atendiendo a la definición de la Real Academia Española (RAE), la piromanía se expresa como la tendencia patológica a la provocación de incendios. Según los manuales diagnósticos, sus características más importantes son la presencia de una conducta repetitiva de prender fuego sin motivo aparente, es decir, provocan incendios por puro placer, gratificación o liberación de tensión. Asimismo, presentan un intenso interés por elementos relacionados con el fuego y/o fascinación en la contemplación del mismo, un aumento de la tensión antes de producirlo y alivio emocional una vez realizado.
Es una enfermedad mental que, en sentido estricto, sólo la padece el 3% de los que inician los fuegos deliberadamente. La piromanía suele ser un síntoma de psicopatología subyacente, a menudo asociada con comportamientos agresivos.
Debido a la baja prevalencia de dicho trastorno, hay que distinguir a los pirómanos, los cuales, no tienen una motivación explicita para provocar el incendio; de los incendiarios, el cual, incendia con premeditación, por lucro, perjuicio o venganza, para ocultar un crimen, por ideología sociopolítica o para llamar la atención o ganar reconocimiento. Estas personas se mueven por la tristeza o la rabia y su intención es soltar alguna emoción que llevan guardada por o contra alguien; mientras que el pirómano solo quiere apreciar y sentir el incendio.
Las personas con piromanía típicamente inician el fuego de una forma poco organizada o apresurada. El perfil del pirómano es un varón joven, con una historia personal de frustraciones y desajustes emocionales, mal rendimiento escolar y profesional y, frecuentemente, con otros trastornos psiquiátricos.
En el momento de iniciar el fuego, el pirómano describe que se encuentra en un estado de conciencia alterado, pero a pesar de ello es consciente de lo que hace y no da importancia a los daños personales o materiales que pueda causar. Es más, muchos se mantienen en las cercanías del fuego o incluso participan en las tareas de extinción o de búsqueda del culpable.
En lo relativo a la psicología forense, la presencia de un diagnóstico psiquiátrico no presupone de entrada la no imputabilidad de una conducta delictiva. Hay que examinar los casos y los hechos de forma individual y singular. Evidentemente, la presencia de un trastorno psiquiátrico, en este caso, la piromanía puede disminuir el grado de libertad personal, y por lo tanto, ser considerada como un eximente. También resulta importante aclarar que no se establecerá el diagnóstico de piromanía si el comportamiento se explica mejor por la presencia de un trastorno disocial, un episodio maníaco o un trastorno antisocial de la personalidad.
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