15 Oct 2018

BY: Lucia.Moreno

Peritaje de Familia

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Seguro que muchos de los que estáis leyendo este post habéis escuchado en alguna ocasión la frase “no me separo por mis hijos/as” o conocéis a alguien que está o ha estado en esa situación o en una similar.

En primer lugar, es necesario entender qué se entiende por familia. Desde Aigolocis, definimos a la familia como un grupo de personas formado por la unión de dos individuos que comparten un proyecto vital, existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia.

Sin embargo, las relaciones de pareja no siempre acaban bien, y muchas veces sus miembros se ven en la necesidad de divorciarse. En España, el número de disoluciones matrimoniales ha aumentado de forma considerable desde que en el año 1981 se aprobase la ley del divorcio. Somos el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de divorcios con una media de 400.000 anuales, además las estadísticas demuestran que nueve de cada diez parejas que se separan tienen hijos/as menores. Pues bien, si queréis conocer que impacto puede tener una separación o un divorcio en los menores, continuad leyendo.

Dicha ruptura conyugal supone un cambio importante en la estructura y en el funcionamiento familiar, y se considera una experiencia estresante para los hijos/as de la pareja que puede afectar a corto, medio y largo plazo.

La mayoría de literatura informa que en comparación con los niños/as cuyos padres están casados, los hijos/as de padres divorciados manifiestan menos bienestar, más conductas que pueden interferir en su salud, más síntomas de ansiedad por separación, miedos escolares, peor autoestima y más problemas de conducta, entre otros (1). En general, se han encontrado unas peores consecuencias en los niños, especialmente durante los dos años siguientes a la separación, mientras que la adaptación de las niñas es más rápida y sus problemas menos visibles (2). No obstante, la mayoría de los menores afronta con éxito las transiciones matrimoniales de sus padres.

En resumen, considerando la diversidad de factores que participan, los impactos del divorcio o separación pueden ser muy diferentes para cada niño/a, la mayor parte de la literatura científica coincide en que tales experiencias modifican completamente sus vidas, aunque sea también cierto que en muchos casos tanto hijos/as como padres se pueden ver liberados de una convivencia infeliz o incluso situaciones de riesgo.

Resulta fundamental resolver los conflictos de pareja de una forma adecuada en beneficio de los hijos/as, de forma que éstos puedan seguir manteniendo una relación abierta con ambos sin sufrir las consecuencias del divorcio, pues la probabilidad de que los menores tengan problemas psicológicos depende en muchas ocasiones de la actitud que manifiesten los padres ante él, pues es mayor cuando la relación entre los padres es conflictiva antes, durante o después del proceso.
Para concluir, si estáis pasando por un proceso similar, nunca hay que dudar en tomar esta decisión y sobre todo, de poner a los menores al corriente de los cambios que se van a desencadenar en el entorno familiar. Es necesario adaptar el lenguaje y el discurso en función de la edad de los hijos/as, pues ocultar la realidad de la separación o el divorcio pensando que les va a beneficiar resulta un gran error, ya que en términos generales, genera desconfianza y confusión con respecto a los progenitores.

Referencias.

(1). Orgilés, M., y Samper, M. D. (2011). El impacto del divorcio en la calidad de vida de los niños de 8 a 12 años de edad en la provincia de Alicante. Gaceta sanitaria, 25(6), 490-494.

(2) Cantón, J., y Justicia, M. D. (2002). Problemas de adaptación de los hijos de divorciados. Conflictos matrimoniales, divorcio y desarrollo de los hijos. Madrid: Ediciones Pirámide.

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